Entrar al centro histórico es uno de mis paseos favoritos en la CDMX.
Llego al Palacio de Bellas Artes, cruzo el Eje Uno y desde ahí siempre entro por Madero, al son de los organilleros que colman la peatonal.
Aunque el trayecto se repita, siempre hay un edificio nuevo para descubrir, una ornamentación que llama tu atención o un personaje para conocer.
Tantas historias pasaron por esas calles del zócalo, que siempre habrá una para contar.
El Antiguo Colegio de San Ildefonso es uno de mis edificios preferidos, por su construcción barroca y por todos los acontecimientos de los que fueron testigos sus salas, distribuidas en tres pisos y cinco entrañables patios.
Fue construido como colegio Jesuita, allá por siglo XVI, cuando se inició la tarea religiosa y educativa por parte de La Compañía de Jesús. Continuaron ahí hasta su expulsión de América, en 1767.
Entre sus muros guarda la obra de los grandes muralistas, los que fueron cedidos por Vasconcelos, Secretario de Educación Pública. Es aquí donde inicia el movimiento muralista como tal.
En el Anfiteatro Simón Bolívar, Diego Rivera pintó su primera obra cuando regresó a México, luego de su estancia en Europa. “La Creación” retrata a sus musas en medio de la fauna y la vegetación del Istmo.
En esos años, Frida era alumna de la Preparatoria y visitaba al maestro junto a sus compañeros de colegio “los cachuchas”, para ver al artista en su andamio.
El salón general de actos, “El Generalito”, guarda los sitiales del Coro del Templo de San Agustín, con más de 300 años de historia.
Definitivamente, la obra maestra de San Ildefonso va de la mano de José Clemente Orozco.
En el cubo de la escalera de acceso al primer piso, destaca su obra “Cortés y La Malinche”. Uno de los murales más importantes, ya que entre blancos y marrones y con dos personajes controversiales, desnudos, como si tratara de la pareja original, nos acerca al México mestizo.
“Franciscanos”, conmueve con las imágenes de frailes que protegen a los indígenas desvalidos.
En los muros del lado Norte, Orozco pintó al fresco, una serie de murales. En la planta baja, y haciendo referencia a la revolución, pintó “La Trinchera”.
En ella, tres cuerpos se yuxtaponen y el uso de los blancos, rojos y grises, hace resaltar las figuras y el dramatismo.
En el segundo piso, “Revolucionarios”, “La Familia”, “La Despedida” y “La Bendición”, nos dan cuenta de lo vivido por las familias en los años revolucionarios, donde los hombres partían y las familias se separaban a favor de la revolución.
También encontrarán los murales de Charlot, Leal y Siqueiros entre otros, junto a las muestras temporales que se exhiben, desde 1992 y lo hacen un verdadero tesoro en medio de la CDMX.
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Un paseo imperdible en CDMX. Increíble relato @experimentacultura... Ojalá pronto podamos volver a visitarlo
Gracias @experimentacultura por tan bella descripción de uno de los lugares más lindos del centro histórico! 💓💓
Un Imperdible de México! Lo visité con mis suegros y nos cautivó su historia y belleza. Nos has hecho revivir ese paseo hermoso con tu historia!❤️
Sin duda un edificio que no se puede dejar de visitar en cdmx y tu manera de contarlo Ali me dan ganas de ir muchas veces más!
Viajo y recorro Mexico con cada uno de tus relatos!! Gracias @experimentecultura :)