A veces las vacaciones no empiezan como las soñaste, pero un giro inesperado puede hacerlas mejor aún.
Un tiempo atrás planeamos un viaje a la Riviera Maya con muchas ganas, porque necesitábamos un poco de sol y relax.
Cuando llegamos la impresión del hotel no resultó la soñada, la playa tenía una bahía donde se acumulaban algas y lejos estábamos de lo esperado. Sumado a la desilusión inicial, el clima no era el mejor, bastante lluvioso para la época.
Como no habíamos encontrado la aventura y felicidad, iríamos a buscarla. Tantos lugares increíbles tan cerca y un carro rentado nos podrían ayudar a encontrarla más rápido de lo que pensábamos, solo tendríamos que dejar el all inclusive y la tumbona para otra oportunidad.
A la mañana siguiente decidimos ir a la playa pública de Akumal, nos lo habían recomendado por el snorkel que se puede hacer desde la costa y el avistamiento de tortugas y peces que logras tener con solo saltar unas olas, en ese mar transparente entre celeste y esmeralda. Nunca vi tantos peces, rayas y hasta calamares danzando con sus tentáculos a mi alrededor.
Nuestro próximo destino fue Xcaret, un parque natural y ecológico. El día estuvo soleado, especial para recorrer los ríos subterráneos y cavernas, entre rocas y manglares. Snorkleamos y disfrutamos de las increíbles instalaciones, visitamos el mariposario y el acuario, además de deleitarnos con las delicias mexicanas y como broche de oro, el show nocturno, que muestra las tradiciones y costumbres prehispánicas hasta la conquista, el juego de pelota maya y las danzas típicas de los distintos estados con sus coloridos trajes, sin faltar la bamba, el jarabe tapatío y la sandunga.
Y como si no fuera suficiente, visitamos las Ruinas de Chichén Itzá, “La Ciudad al borde del pozo de los Itzaes”, un recorrido por el pueblo maya.
Esa mañana amaneció lloviendo, pero la llovizna se volvió un diluvio de camino. Casi a punto de regresar, de repente y en medio de la selva maya, el telón de agua se corrió y mágicamente apareció el sol, casi por obra de Kukulkán que no quería que ese sueño quedara inconcluso.
Las ruinas nos dieron la bienvenida, con su pirámide central, “El Castillo”, y toda la majestuosidad que la rodea. Famosa en cada equinoccio por el movimiento aparente de la serpiente que desciende por el efecto de luces y sombras. Lo que revela el conocimiento de astronomía y arquitectura que tenía este pueblo.
El cenote sagrado para los sacrificios a los dioses, la cancha de pelota, donde en medio de un ritual, la pelota de hule corre golpeando la cadera en alusión al sol y el observatorio o caracol. Las construcciones deslumbran en medio de chac mools y piedras talladas por esta civilización que habitó esas tierras desde el 600 DC hasta el Siglo XIII.
Para terminar nuestros días, no faltaron brindis frente al mar y artesanías para volver a casa y sentir que esas vacaciones no pudieron ser mejores.
Hermoso recorrido!💜
Yucatán no decepciona, siempre hay algo nuevo para descubrir!
❤️❤️🌈
La verdad es que México es un país tan inmenso y tan lleno de cultura que realmente sorprende a cualquiera.
Qué bonitas la foto del agua tan clarita, de las tortugas, las ruinas... qué recuerdos y qué maravilla ¡México es para conocerlo!
Todo Mexico está lleno de sorpresas, bien vale la pena un poco de “mal clima” para obligarnos a abandonar el increíble hotel y su playa, así descubrir las innumerables bellezas de la península de Yucatán. Gracias por las fotos para sentir q estamos ahí!!!!