Si bien había visitado distintos escenarios de la pintura de Rivera, fue a través de nuestros paseos, que llegué a dimensionar lo grande y espectacular que es la obra de este maestro mexicano.
Para recorrerla cronológicamente, iniciamos en San Ildefonso, donde la obra La Creación encanta en el anfiteatro Simón Bolívar. A pedido de Vasconcelos, luego de la Revolución, Diego regresa de Europa, para llenar los muros públicos de color y mexicanidad. Este fue el primer mural que pintó.
Lupe Marín, será su musa y mujer. Quedará retratada junto a otras mujeres, entre las que destaca la Poesía en el cuerpo de Nahui Olin, así como la flora y fauna que lo inspiró en un viaje realizado al Istmo de Tehuantepec.
De ahí seguimos a los murales de la Secretaria de Educación Pública, donde pintó el Patio de las Fiestas y el Trabajo. Tradiciones y costumbres de su pueblo que quedaran plasmadas, obra de un Diego, pintor, que a esa altura cobraba por metro cuadrado.
El tercer nivel, ya encontrará a un Diego más politizado, donde Frida remplazará a la musa Lupe. Una Frida en armas, de camisa roja, con Mella y Modotti, retratados bajo el corrido a Zapata.
En la escalera de ese mismo edificio, asoma un autorretrato, sobre una fotografía tomada por Weston, de un Diego con sombrero y con ojos saltones, que da la bienvenida a los visitantes.
Como estamos en el centro histórico, continuamos a la escalera principal del Palacio Nacional, con la Epopeya del Pueblo Mexicano. Extranjeros y locales se juntan cada día para disfrutar de los héroes y personajes que hicieron la historia de México.
Quetzalcóatl, la conquista, la independencia, Juárez y las leyes de Reforma, la invasión francesa, el fusilamiento de Maximiliano, el Porfiriato y la inolvidable gran Tenochtitlan y su ciudad gemela Tlatelolco.
Por Madero salimos a La Alameda, y ahí nos cruzamos, El Hombre Controlador del Universo. Será en el Palacio de Bellas Artes, donde encuentre el espacio para pintar su frustrado mural destinado a Rockefeller.
Siguiente parada, El Museo Mural, donde la Catrina posa con el gran Guadalupe Posada y a un Diego niño, rodeados por personajes conocidos y anónimos, un domingo en la Alameda Central.
Pasar por la casa de San Ángel, nos acerca a la intimidad de su estudio, donde retrató a sus musas, realizó su obra de caballete y atesoró su colección de piezas prehispánicas, que serán luego conservadas en el museo que construyó para tal fin.
Anahuacalli, el Cárcamo de Dolores y el mural del Estadio Olímpico, es la etapa de un Diego que trabaja la piedra volcánica.
Recorrer estos muros, la Casa Azul, la Casa Estudio, el Dolores Olmedo o pasar simplemente por Insurgentes Sur para apreciar la fachada del Teatro Insurgentes, les dará la certeza del increíble trabajo de este obrero del pincel, que tanto legado dejó a su pueblo.
Diego es el muralismo y junto a Orozco y Siqueiros fueron uno de los equipos más importantes de México al mundo.
Diego nunca deja de sorprendernos , admirar su arte nos enriquece y nos acerca a la historia de Mexico y del mundo !
Buenísimo recorrido por el gran Diego!!!
Sin poder salir de casa, tus relatos nos hacen pasear y aprender!!
Bellìsimo! Gracias Alucha
Muy buen resumen de la obra de este gran artista mexicano.