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Foto del escritorAlicia Pellegrini

TAXCO DE ALARCON, un paseo más que ideal


Como si volviera a abrir mi corazón, abro mi diario de viaje y les cuento de nuestra primera salida fuera de la CDMX. Nos fuimos de un sábado a un domingo a Taxco de Alarcón, en Guerreo y estuvo perfecto para recorrerlo y disfrutarlo.

Tomamos la carretera a Acapulco y pasando Cuernavaca, nos desviamos a Taxco. De los caminos más lindos: verde, montañoso, con curvas que suelen llenarse de motos y trailers, así que con precaución te haces camino entre cerros.


Curva y más curva finalmente llegas a Taxco, que en nahuatl es “lugar del juego de pelota”. Primera parada, el mirador de donde ves toda la ciudad, y ahí, golpeado por el sol del mediodía, sobresale rosado, el Templo de Santa Prisca.


Esta iglesia, de estilo barroco novohispano, con sus retablos bañados en oro, y sus torres estilo churrigueresco, es el centro mismo de este pueblo mágico, que invita a perderse entre callecitas de construcción virreinal, llenas de orfebres, desde la época de apogeo de las minas de plata.


Callecitas empedradas, tan estrechas, que suben y bajan, y hacen muy difícil circular con tu carro. Te manejas en los taxis locales, todos Vochos. Ellos te llevarán a todos lados, trepando calles y cerros con destreza. Así subimos hasta el Cristo Monumental, en el cerro Atachi, que permite tener las mejores vistas de la ciudad.




El teleférico de Montetaxco, es un carril que te lleva al Hotel Montetaxco, donde podrás apreciar el paisaje, o cuando el sol cae, ver como el cerro se va tiñendo de lucecitas, disfrutando de sus platillos o alguna bebida.




Una buena opción también es alojarse cerca de Santa Prisca, la plaza principal, porque a la noche puedes disfrutar de las actividades que proponen los pueblos mágicos, sin moverte demasiado. Así es que ese sábado a la noche recorrimos las callecitas, con linternas entre leyendas de sus pobladores y edificios históricos. Las típicas callejoneadas nocturnas, son todo un atractivo familiar. Terminamos a la luz de la luna, en la terraza de un restaurante frente al Templo más importante de la ciudad y de los más bellos de México.


Ese fin de semana también nos metimos bajo la tierra y recorrimos una mina prehispánica, con más de 500 años de antigüedad, que está en lo profundo del Hotel Posada Misión, donde también hay un mural a Cuauhtémoc, el último emperador azteca, realizado en piedras rojas, amarillas y verdes, obra del muralista, Juan O´Gorman.




Definitivamente un destino para volver, a solo 180 kilómetros de la CDMX. Puedes ir por el día también y no te pierdas estos paseos, como tampoco de disfrutar de algún típico plato taxqueño, como el mole rosa o los prehispánicos jumiles o tomarte una Berta, a base de tequila, miel, limón y agua mineral. Finalmente, no dejes de pasar por algún recuerdo en las mil platerías que están en el centro de la ciudad. Les aseguro que será un paseo más que ideal.


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1 Comment


Cris Lorenz
Cris Lorenz
May 27, 2020

Apuntado también para regresar y visitar tus sugerencias! Excelente relato de un divertido y cultural recorrido.

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