Aferrada a la fe y a los pedidos y agradecimientos, la Virgen siempre me acompaña.
En mi pueblo, la Virgen del Carmen, cuando fui estudiante me aferré a Santa Teresita del Niño Jesús y ya llegada a México, fue imposible no tener a la Virgen de Guadalupe en mi vida.
Ella llena los corazones de millones de mexicanos y la encontrarás en casi todos los rincones, sin importar si eres católico o no, así como leí hace poco,” Ella es la Reina de México y la Emperatriz de América”.
La Virgen que se apareció a Juan Diego, un indígena chichimeca, allá por 1531, en el Cerro del Tepeyac, vino a proteger y a consolar a un pueblo que había perdido su identidad en manos de la Conquista.
El relato de la aparición se encuentra en el Nican Mopohua y fue redactado por Antonio Valeriano, un noble y letrado nahua, en 1556.
Se presentó en el Cerro del Tepeyac, donde también se veneraba a Tonantzin Coatlicue, la señora de la falda de serpientes, que era la madre de todos los dioses y hombres, la madre de Huitzilopochtli.
Esta virgen morena, embarazada y envuelta en un manto azul cubierto de estrellas y rayos de sol, se aparecía a Juan Diego y solo le pedía una casa y un corazón.
Ese símbolo de Casa/Corazón, lo expresaban la posición de sus manos y le daba una prueba en la tilma del indígena, para que el Obispo Juan de Zumárraga le creyera.
Rosas cayeron de la tilma de Juan Diego y la imagen de la Virgen impresa, como se presenta hoy en la Basílica de Guadalupe.
Algunos estudiosos, dicen que no hay rastro de origen animal o vegetal en los pigmentos de la estampa y hasta una flor de cuatro pétalos, que los Mexicas llamaban “Nahui Ollin”, está impreso en el vientre de la madre.
Estos símbolos acercaron al pueblo prehispánico a la Virgen y permitieron la conversión al catolicismo y la adoración a esta Virgen morena que hoy lleva la bandera de América.
Acá es símbolo de mexicanidad, de esperanza y de veneración. Cada diciembre las procesiones en su honor son muy importantes en todo el país y miles de peregrinos llegan a visitarla y a rendirse a los pies de la Virgen que continúa mirando y protegiendo a sus fieles desde el centro de la Nueva Basílica.
En 1990 Juan Diego Cuauhtlatoatzin fue beatificado y en 2002, el Papa Juan Pablo II, lo santificó.
Hoy esta Madre sigue acompañando a su pueblo, el guadalupano, y en el Cerro del Tepeyac la seguimos encontrando, así como Juan Diego una mañana de diciembre, 489 años atrás.
Imposible no tener a la Virgen de Guadalupe en tu vida, viviendo en México...hermosa sintesís, vivida de cerca con nuestra "Morenita"
Muy interesante Ali! Es conmovedora la devoción de millones de personas por La Guadalupe. Muy lindas fotos también.
Que interesante Ali! Que bueno poder vivirlo a través tuyo en estas épocas tan complicadas. Un abrazo!